domingo, 31 de mayo de 2015

Reflexión entorno a: historia de la tecnología / historia de la computadora



¿Recuerdas lo del robo de cobalto? Al parecer han habido casos similares desde entonces. Cinco en lo que va del año. No sé, hay algo perturbador en esa acción. O sea, es muy fácil reírse de eso, ¿no?  Esos imbéciles no tienen idea de lo que están haciendo, pero ¿quién sí? ¿A quién le importa lo que pase después?

Me parece que la tecnología funciona así: alguien tiene una idea brillante, ¿no?, producto de muchísima investigación, años de desarrollo. ¿Movidos por qué? Simplemente por la obsesión de entender. Entenderlo todo. Darle un sentido lógico a la aparición de las cosas. Ordenar, medir, distraerse de la insoportable incertidumbre, estrecharla hasta hacerla aceptable. Luego, esa idea brillante es simplificada hasta que puede ser usada para generar algo, digamos, funcional. He platicado con estudiantes de física y biología y así. Generalmente tratan a toda costa de tomar distancia entre ellos y sus objetos de estudio. No ser influidos por cuestiones humanas. Realmente les importa un carajo lo que pase con lo que encuentren. ¿Sabes? Con tal de seguir buscándolo, trabajarán para quien sea. Esa se me hace una idea brillante: hacer que alguien piense que hace lo que hace por que él lo decide, bajo sus propios términos. Es una forma eficiente de manipulación, invisible al ojo objetivo. Cada quien, ¿no? Pero los científicos, ellos generan lo que acaba determinando las posibilidades de, digamos, todas las demás personas, de una forma u otra.

Aquí es donde aparece el viejo debate de la humanidad: están los conservadores, luchando por mantener o reparar un sistema de valores que se ha mantenido más o menos estable hasta el momento; y los transgresores, que tratan de desplazarse hacia terrenos desconocidos, llevándose a todos con ellos. Ambas son posturas fallidas.

Por un lado: ningún objeto puede ser conservado, porque se encuentra en un sistema dinámico. Esto es, un objeto está inmerso en un espacio que siempre está cambiando y un objeto siempre va a aparecer de forma diferente, porque el que especta también es un objeto anclado a un espacio cambiante. Por otro lado: saltar hacia terrenos desconocidos, rompiendo las barreras de lo permitido, acarrea el problema de ser contraproducente, autodestructivo. Como experimentar con bacterias, jugar con códigos genéticos o robar cobalto. Lo mínimo que podría hacer uno ante esta encrucijada, ya que la ha visto, es reconocer su posición y  decidir hacia qué lado desplazarse, sabiendo, claro, que las decisiones están predeterminadas y el espacio, pre-comprendido.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Breve reflexión a partir de charla de Benoit Mandelbrot





Imagino que resulta muy cómodo entender el mundo desde un sistema donde los valores son inmediatamente análogos a lo que sustituyen: los números son analogías directas de lo representado. Siempre puedes tomar algo, romperlo por la mitad, tomar la mitad, romperla por la mitad y encontrar al final que cada uno de los fragmentos es igual al anterior. Una perfecta metonimia. Por eso, cuando tienes un sistema donde los valores son otorgados arbitrariamente, resulta absurdo esperar que una fracción sea igual al todo. Las palabras, por ejemplo, no tienen casi nunca relación con lo que sustituyen. O, mejor dicho, tienen una relación forzada. Un sistema construido a partir de palabras requiere necesariamente un acercamiento mucho más plástico. De ahí la burla de las ciencias sociales para las ciencias duras y el frío reduccionismo de la Ciencia desde las Humanidades.

Michael Rush. New Media.





 El arte moderno, en particular, buscaba cancelar la función original de un objeto específico, para generar rupturas ideológicas. El trabajo de un artista consistiría entonces en encontrar diversas formas de hacer estas rupturas y los nuevos medios, deberían ser usados para expandir las posibilidades, creando nuevas formas de ilusión. Por ejemplo, dice Michael Rush que la relación de Arte y Tecnología es justamente el Arte del Tiempo: "Se dice que una fotografía captura y preserva un momento en el tiempo, pero una imagen creada dentro de una computadora no reside en ningún espacio ni tiempo. Imágenes (...) dentro de una computadora parecen colapsar las barreras del pasado, presente y futuro." A partir de una fotografía, podemos generar la ilusión del tiempo: se nos dice que algo ha sido. El cine logra crear mecánicamente la ilusión de movimiento. Nos dice: algo está siendo. De la misma forma, un producto generado digitalmente reside en la mirada. Como los objetos no existen fuera de la percepción, no hay nada en pasado y no hay nada en futuro. Una fotografía archivada, fuera de vista y una imagen digital, en una computadora apagada, evidentemente tienen la mismas cualidades.
Si la realidad es un constructo humano, los nuevos medios funcionan, precisamente, ampliándolo. Y aquí la verdadera belleza -verdadera y belleza en la misma frase- de los nuevos medios: nos permiten reproducir el mundo de maneras no-pensadas. ¿Qué haríamos si no pudiéramos obtener nuevas formas de ser ilusionados? La certeza acabaría matándonos de aburrimiento.

Conocimiento Distribuído, Nuevos modelos educativos. Sugata Mitra.






Este señor, Sugata Mitra, toma la decisión de hacer que niños en condiciones marginales, principalmente, sean capaces de educarse a sí mismos, basándose totalmente en Internet. Nada de maestros, solo tutores o "guias". Su método consiste en generar en estos niños una fuerte curiosidad y asegurarles que tienen los medios para responderse cualquier cosa. Los resultados de una serie de experimentos son satisfactorios, diría incluso que sorprendentes. Todos muy contentos. Pero, se me ocurren algunas preguntas, que, a mi parecer, tendrían que ser analizadas antes de tomar la decisión de Sugata, o por lo menos, ser tomadas en cuenta: ¿Quien decide lo que se debe distribuir? ¿A quién le conviene que el conocimiento sea distribuido?  ¿Porqué se piensa que un niño no está completo si no es capaz de competir en en el mundo, hoy en día?  Claramente, no se trata solo de que estos niños se superen a sí mismos y conozcan lo amplio que es el mundo y se enamoren de él. Nada tan romántico. Se trata de que estos niños, o cualquier otro, aprendan a consumir ciertos productos culturales y otros no. Se trata de que sepan comprar lo que un grupo muy particular quiere vender. Se trata de inscribir a estos niños en un sistema que se relaciona, directamente, con el mercado. Pero al mercado no solo le importa distribuir, le importa también producir productores. De ahí el interés de hacer que cualquiera pueda competir en el mundo, hoy en día.  Podemos ver a la tecnología como medio de distribución simbólica y a la publicidad como vehículo de la ideología. ¿Se esboza quién lleva las riendas en la relación?